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Casos reales y análisis sobre diseño de servicios, estrategia, planificación e innovación.

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¿Trabajar rico? Sí, con estrategia (de la buena)

Hace poco le escuché a alguien la siguiente frase: “Me preguntaron por la estrategia de mi proyecto. La verdad, me quedé pensando por qué debemos tenerla; al final, lo que queremos es pasar bueno.” Claramente, para esta persona la estrategia es una carga, algo rígido que limita el disfrute de su proyecto.

He oído este mismo mensaje en diferentes contextos, y es que para algunos la estrategia es antigua, lenta, difícil de masticar. Algo que se “inventan” los directivos, pero nada cambia. En algunas empresas es así. Pero cuando la estrategia está bien hecha, ocurre todo lo contrario. En mi experiencia, es justamente lo que te permite disfrutar tu negocio o proyecto.

Dejemos a un lado la metodología, las herramientas, el Excel o los post-its, la mega, la meta, etc. (Francamente, de elegir la metodología correcta para tu negocio y guiar el paso a paso nos encargamos nosotras). Vamos a concentrarnos en lo más importante: el propósito del dueño del negocio y el sueño que comparten quienes trabajan en él

El propósito es el motor, lo que hace que quieras seguir trabajando allí sin importar las eventualidades. Por ejemplo, en Mercadeo Integral trabajamos para que los negocios sean sostenibles en el tiempo y sus dueños y empleados estén felices de trabajar allí.

Por lo tanto, cuando un cliente está feliz con su negocio, está ganando plata, creciendo y tiene un ambiente agradable de trabajo, Claudia Restrepo y yo ganamos el año. Esa es nuestra mayor satisfacción y la razón por la que trabajamos en esta empresa.

Ahora vamos al sueño. Todos soñamos con algo, no importa qué tan ambicioso o terrenal sea. Mi sueño puede ser estar en muchos países, ser reconocido en el sector, ganar un salario de X al mes o simplemente trabajar rico.

Para cumplir con esos sueños necesitamos estrategia (¿Cómo llegar allí?, ¿Cómo me diferencio de los demás?, definir el camino) y planeación (¿Qué necesito para lograrlo?, ¿Cómo me organizo?, ¿Qué voy a hacer y cómo lo voy a hacer?). Es lo que nos permitirá:

  1. Saber qué necesitamos (recursos).

  2. Cómo administrar esos recursos.

  3. Decir NO, decidir en qué nos enfocamos y en qué no vamos a trabajar.

  4. Alinear al equipo o socios.

Una de nuestras clientas soñaba con tener un negocio en el que pudiera conectar comunidades y diseño, e impactar de manera positiva a todas las personas con las que trabajaba creando piezas hermosas.

Quería un negocio sostenible (ambiental, económicamente y en el tiempo), en el que tuviera el espacio para diseñar y conectar con comunidades locales.

¿Cómo llegar allí? Hay miles de caminos, ¿cierto?

El camino correcto dependerá del negocio, de sus capacidades y, por supuesto, de los deseos del dueño.

Tener claro a dónde quiero llegar hace que las decisiones del día a día sean más fáciles de tomar, y da la certeza de que estamos enfocando nuestros esfuerzos en lo importante. Para este caso, por ejemplo, fue decir NO a distribuidores nacionales o NO asistir a algunas (muchas) ferias a las que antes asistían. Era clave enfocarse en crear un espacio único en el que se exhibiera el producto como una pieza de museo (punto de venta propio), buscar proveedores de materia prima sostenible y trabajar con comunidades nuevas para crear piezas únicas e impactar otras zonas del país.

Decir no es liberador. Para emprendedores o empresarios es difícil; hay miles de ideas y oportunidades (alianzas, campañas, ferias, canales de comunicación, eventos, etc.). Estas ideas, más la operación de un negocio, pueden ser agotadoras y frustrantes. ¿Cuántos proyectos se quedan sin empezar o, peor, quedan empezados?

Sobre todo, cuando trabajaste sin parar y no recibes una retribución equivalente al esfuerzo.

Con estrategia, tenemos las bases para elegir esas ideas: cuáles se ejecutan y cuáles se archivan para más adelante.

Hace poco escuché un ejemplo que me encantó: cuando usas Waze le pones para dónde vas (objetivo) y él te entrega varias rutas. No siempre elegimos la más rápida, de pronto es una zona peligrosa. Tenemos que escoger la ruta que más nos conviene, y tenemos muchas variables que no controlamos: no sabemos si habrá un accidente o si va a llover. A pesar de que podemos cambiar la ruta, nunca cambiamos el objetivo. — Andrés Gómez en el podcast Distinto.

Así funciona la estrategia: tienes varias alternativas y eliges la que tú y tu equipo pueden ejecutar.

La estrategia nos clarifica, además, qué nos hace diferentes. Y esto nos da la confianza para seguir, a pesar de que lleguen propuestas aparentemente iguales o parecidas a la nuestra. Saber que lo que estoy entregando a mi cliente o usuario es diferente a todo lo demás nos tranquiliza y nos permite competir con confianza, sin salir, por ejemplo, a bajar los precios.

Y le da a nuestro equipo el argumento para explicarle al cliente el valor de lo que estamos ofreciendo.

Tener una estrategia no solo te acerca al cumplimiento de los objetivos: tener una estrategia tranquiliza, alinea y, sobre todo, te hace más eficiente.

Ahora vamos a la planeación. Si la estrategia es plantear para dónde vamos (objetivo), el plan es lo que hace que lleguemos allá.

Para llegar a ese sueño identificamos que era fundamental la consolidación de un equipo que estuviera entrenado, fuera autónomo y en el que la dueña pudiera confiar para repartir actividades operativas y poder enfocarse en CREAR (su propósito y talento).

Aquí viene el rompecabezas: qué voy a hacer (consolidar el equipo) y cómo lo voy a hacer.

Nuevamente se nos abren miles de actividades: hay que entrenar, contratar, motivar, hacer reuniones de seguimiento, actualizar equipos y herramientas para mantener una comunicación fluida, etc.

Y la magia de la planeación es elegir qué voy a hacer con los recursos disponibles que me generen mayor valor.

Un plan no es rígido, es flexible para que puedas enfrentar las eventualidades, pero es una guía para que no te desvíes de tu objetivo. A cada oportunidad —que en un negocio hay miles—, el plan te hace evaluar tus capacidades, y la estrategia te da los argumentos para decir si lo hacemos o no.

No podemos dejar a un lado una parte fundamental de cualquier estrategia o plan: comunicar. Si no compartimos con nuestro equipo para dónde vamos y cómo vamos a llegar, no lograremos que se alinee ni que trabaje enfocado.

Y, sobre todo, no podemos olvidar que el equipo no solo debe conocer el plan: debe participar de este. En la ejecución, por supuesto, pero también en su construcción. ¿Lo que estamos proponiendo es realista? ¿Hay algo que estemos dejando por fuera? Involucrar al equipo hace que sea alcanzable, que haya compromiso y que todos entiendan para dónde vamos, cómo vamos a llegar allí y qué tienen que hacer para lograrlo.

El objetivo de la estrategia es que trabajes más rico, que disfrutes lo que haces, te concentres en lo que sabes hacer, en tu propósito, ganes plata y tu negocio sea sostenible.

Finalmente:

  • La estrategia y la planeación te relajan, hacen que disfrutes tu trabajo.

  • Aprendes a decidir, y eso hace que tengas tiempo para lo importante.

  • No importa cuál sea tu objetivo: te ayuda a que lo cumplas.

  • Te organiza y alinea a tu equipo.

  • Te ayuda a enfocar tu energía, tomar mejores decisiones y utilizar sabiamente los recursos.

  • Y agiliza la toma de decisiones.

luisa restrepo